al vez, conjuntamente con Bolivia, Ecuador, Paraguay y los países centroamericanos, el campo peruano está entre los más atrasados en América Latina que se evidencia en el paupérrimo nivel de vida de miles de campesinos. Departamentos como Huancavelica, Amazonas, Apurímac, Cajamarca, Ayacucho, Pasco y Madre de Dios son los atrasados y sus niveles de extrema pobreza están por debajo de la media del país.
Sin embargo, hay zonas pobres que colindan con las ciudades y también están en pobreza y extrema pobreza, no obstante tener ricos recursos naturales. Por ejemplo, nos referimos a amplios sectores de los departamentos de La Libertad, Piura, Arequipa, Lambayeque, Junín e Ica. Las provincias serranas de Lima tampoco escapan de esa realidad. Durante años, gobiernos centrales, regionales y municipales siempre han gobernado a espaldas de sus pueblos.
Por ejemplo, Canta, Cajatambo, Huarochirí y Oyón tienen comunidades andinas muy pobres y están en Lima. En muchos casos, esa pobreza deviene de décadas atrás y hasta se remonta a siglos anteriores. A pesar de ello, las diversas autoridades no hicieron nada o casi poco para revertir esa situación.
Se afirma que el Perú es líder en microfinanzas, pero ésta realidad no se siente en los sectores agrícolas y pecuarios de distintas partes del país. Si bien es cierto que algunas cajas municipales de ahorro y crédito, organizaciones no gubernamentales de desarrollo, Entidades de Desarrollo de la Pequeña Empresa (Edpyme), financieras, cooperativas y cajas rurales, ya están trabajando en esos sectores, aún la revolución del desarrollo no ha llegado al campo.
Tal vez, las cajas rurales, Banco de la Nación, Agrobanco y algunas CMAC están trabajando en esos rubros, pero hay tanto por hacer que casi no se notan los esfuerzos. Es el principio de un largo camino por recorrer, por invertir y por trabajar de manera coordinada entre las instituciones que operan en esos sectores.