UNA REFLEXIÓN EN TORNO A OTROS MODELOS ECONÓMICOS

Escrito por César Martinez. Publicado en Diciembre 2018

Economía solidaria y cooperativismo
Por Jesús Quispe Romero / LIMA

El cooperativismo se basa en una economía solidaria que es diferente a una economía socialista. Esta se funda en la idea básica de “redistribuir el excedente económico a favor de todos los sectores de la sociedad”. Es decir, de la idea a la realidad existe o existió mucha diferencia. Lo que existió en los autodenominados socialismos reales fue “concentración del excedente en favor de grupos burocráticos definidos en el Estado”.

Sin embargo, si comparamos la economía solidaria con la economía capitalista encontramos sustanciales diferencias. La economía solidaria está al servicio de las personas. Es una herramienta para proveerse de lo necesario para vivir, al servicio de las necesidades y del potencial de la persona.

El sujeto de la esta economía es la sociedad civil, y como tal cada persona ha de asumir la gestión de su desarrollo personal y colectivo, a través de la transformación y administración responsable de los recursos, mediante su trabajo.

Conceptos como igualdad y horizontalidad están siempre presente. Satisfacer de manera equilibrada los intereses de todos los protagonistas de la actividad económica: socios de una organización, empresa social, cooperativa, socios trabajadores, clientes, proveedores, comunidad local, nacional e internacional, priorizando las relaciones de igualdad.

Hay cooperación e inclusión, es decir, favorecer la cooperación, la colaboración, por sobre la competencia, tanto dentro como fuera de las organizaciones (empresas sociales), de manera de garantizar la inclusión de toda la comunidad en las actividades y en el reparto de los recursos y sus frutos.

Eso no sucede con la economía capitalista. Ahí la personas al servicio de la economía y de los objetivos económicos y de sus propias necesidades de dinero, a través de la mercantilización de su trabajo. El sujeto de la historia es el capital, todo se mercantiliza para engrosarlo. A pesar que se tiene la idea que los recursos son escasos, es el dinero concentrado en manos de pocas personas lo que limita el acceso a ellos, que al ser mercancías, sólo están disponibles para quien tenga capacidad de comprarlos.
Están presentes los conceptos de desigualdad y verticalidad. Satisfacer los intereses de los poseedores del capital por sobre otros intereses, imponiendo relaciones de dominación verticales. Se puede hablar también de desigualdad en el acceso a los recursos y desigualdad de oportunidades entre las personas.

Si hablamos de la competencia y exclusión, notaremos que la competencia actúa como el “motor” fundamental en la reproducción capitalista para la obtención de beneficio. Dentro de la empresa se incentiva la competencia entre trabajadores y fuera, la competencia entre empresas. Quien no se ajusta a esta competencia, queda excluido del sistema.

Decía Von Misses que “es muy importante tener ideales sociales siempre que no intervengan a priori en la vida económica. Lo verdaderamente ético es hacer buenos negocios, racionalizar y modernizar su empresa, y no hay que exigirle al empresario que se preocupe de la cuestión social”. Incluso agregaba que “el mercado tiene una función de regularidad inexorable en las secuencias de los fenómenos económicos, que no debe ser intervenida, ni obstaculizada ni siquiera con los principios más nobles de la ética social”.

La economía solidaria posee un concepto amplio y diverso de progreso, donde cada persona, cultura o pueblo, determinará su propia noción de progreso y su forma de llevarla a cabo. En algunos países se adopta el enfoque del Buen Vivir, como prácticas de producción y reproducción democráticas, en armonía con la naturaleza.

En cambio, la capitalista tiene un concepto único de progreso que está reducido a crecimiento económico, modernización e industrialización e identificado con una cultura dominante. (Se exhiben indicadores macroeconómicos PBI, inflación, etc.) Se esconde los de protección social.

Además, la economía solidaria nos habla de un beneficio social, donde el fin no es la obtención de beneficios financieros, sino la promoción humana y social (beneficio social, balance social), gestión eficiente de proyectos económicamente viables, con beneficio social. De haber beneficios financieros, éstos de revertirán a la sociedad mediante el apoyo a proyectos sociales, a programas de cooperación al desarrollo o a nuevas iniciativas solidarias.

En la economía capitalista, está el beneficio financiero que es el fin en desmedro de cualquier otro resultado posible. Los beneficios se reinvierten en la propia empresa para asegurar su crecimiento y/o se reparten en forma individual a sus dueños para sostener la reproducción capitalista, conseguir acaparar más excedente y consecuentemente más beneficio.

Es decir, si seguimos comparando estos dos modelos, tendremos que arribar a un balance social donde considera una batería de indicadores los siguientes ámbitos: 
Democracia, igualdad, compromiso ambiental, compromiso social, calidad laboral y calidad profesional.

En la solidaria, el colectivismo está basado en potenciar los vínculos sociales innatos al ser humano, buscando un equilibrio entre la dimensión individual y colectiva (no se trata de anular la individualidad de las personas sino complementarla, a través de la cooperación, con el aporte de la acción colectiva).

Eso no ocurre con la capitalista, donde el individualismo es la interacción entre los agentes económicos se genera a partir de intereses individuales guiados por la competencia. Esto provoca la desarticulación de numerosos mecanismos de solidaridad y la desaparición de espacios de sociabilidad y encuentro para enfrentar problemáticas comunes.

Si nos referimos al rol del Estado y el individualismo, observaremos que en la economía solidaria el compromiso con el entorno social, las iniciativas solidarias están plenamente insertas desde el punto de vista económico, social y ecológico en el entorno en el que se desenvuelven, lo cual exige una acción colectiva de cooperación entre organizaciones y la participación en redes. Este compromiso implica priorizar la oferta de bienes y servicios producidos en el ámbito local, y que tengan una demanda real de parte de la comunidad local.

En la economía capitalista, hay una desvinculación con el entorno social. Al priorizar el individualismo y la competencia entre empresas, se desarticula la posibilidad de cooperación entre ellas (a menos que sea con fines económicos-financieros). Tampoco se prioriza el aporte social ni ecológico a la comunidad local, se recurre a la deslocalización de la producción y a la oferta de bienes innecesarios que fomentan el consumismo, a fin de conseguir un mayor beneficio.

NUEVOS COMPORTAMIENTOS

Cuando nos referimos a los nuevos comportamientos de consumidores es interesante cómo interactúan estas economías.

En la solidaria, el compromiso con el entorno medioambiental favorece acciones, productos y métodos de producción no perjudiciales para el medioambiente a corto y a largo plazo. Participación en el desarrollo sostenible y comunitario del territorio en una relación armónica con la naturaleza.

Sobre la iniciativa y participación social notaremos que en una economía de las personas, lo fundamental es que sean ellas mismas las responsables de su propio desarrollo. La economía solidaria se sustenta en las iniciativas de ciudadanos que quieren tener el control sobre su forma de producir, consumir, ahorrar, invertir e intercambiar.

En la capitalista, hay una desvinculación con el entorno medioambiental. No sólo no se favorecen acciones no perjudiciales con el medioambiente, sino que las acciones están, ante todo, al servicio de la rentabilidad. Considera que la naturaleza tiene recursos inagotables, (depredación) .

Hay falta de responsabilidad y participación social: la mayoría de las personas no demuestra interés en qué se produce y en cómo se produce, al tiempo que piensa, erróneamente, que controla lo que necesita y consume y que participa en la toma de decisiones (amparado por el poder político y por la supuesta democracia).

En el ámbito de las pequeñas y medianas organizaciones, para la economía solidaria, la opción que toma más fuerza es la de crear pequeñas y medianas organizaciones/cooperativas para favorecer la descentralización de los procesos y con los ingresos que obtengan, ayudar a poner en marcha nuevas empresas de este tipo, generando a partir de aquí un tejido de organizaciones que trabajen en forma coordinada, entre ellas y con los consumidores.

Por el lado capitalista, están las grandes empresas transnacionales donde se tiende a la centralización y concentración del capital, plasmado en grandes empresas transnacionales que mantienen en la marginalidad a empresas más pequeñas y que controlan los hábitos de consumo de sus clientes mediante el marketing y control de los medios de comunicación.